miércoles, 21 de noviembre de 2018

TRES CARACTERÍSTICAS DE LO ''DIABÓLICO'' (P. Antonio Oliver Montserrat) Vin Cens


TRES CARACTERÍSTICAS DE LO ''DIABÓLICO''
Sacramentalismo
¿Qué es lo diabólico en los sacramentos? La manía de practicar sacramentos, el sacramento por el sacramento. La obligación de cumplir con la Iglesia porque lo manda la Iglesia. Un abuso del sacramento lleva siempre a lo diabólico; hay muchos cristianos que van a misa el domingo y el haber cumplido les autoriza a hacer lo que quieran el resto de la semana: siguen criticando, murmurando de la vecina, sisando al compañero y, si pueden, echan abajo lo que encuentran a su paso.
Consumismo sacramental
Del sacramentalismo pasamos al consumismo. Consumismo sacramental es el exceso de prácticas sacramentales por acumular bienes espirituales. Ya decía el apóstol Santiago: "La religión limpia e inmaculada consiste en atender a huérfanos y viudas, y no contaminarse con el mundo", esto es, hacer el bien a quien no te puede pagar y no ensuciar lo que toques. Hay cristianos que lo que tocan todo lo pringan. ¿Dijo Cristo que en esto conocerán que sois míos, si recibís sacramentos? No, más bien dijo: "En esto conocerán que sois míos, si os amáis unos a otros". Los cristianos de la primera hora no recibían sacramentos. María Santísima, la Madre de Dios y de la Iglesia, no recibió sacramentos; Cristo no se entretuvo en bautizar a su madre; y si no fuera porque instituyó la Eucaristía el Jueves Santo a lo mejor no comulgó jamás.
Hay un consumo de sacramentos exagerado, como de tantas otras cosas en este mundo capitalista. El capitalismo lleva al consumismo, también en la Iglesia. ¿En qué consiste el capitalismo de la iglesia? En creer que por recibir muchos sacramentos uno es más bueno o más santo. Hay mucha gente que cree que por ser cristiana tiene la verdad y el derecho al cielo; Io sabe y lo tiene todo. Decimos: -iA mí qué me van a enseñar, si yo aprendí el catecismo de memoria...! -iA mí que no me vengan con sermones de última hora, porque la Iglesia no cambia! Son los capitalistas del Concilio de Trento.
Lo hemos dicho muchas veces. El cristiano que se proclama cristiano porque ya sabe quién es Dios, está negando el cristianismo. Cristiano de verdad es el que busca a Dios, el que nunca le tiene del todo, y se deja lanzar por la historia, lo temporal y lo material en que vive, hacia cotas cada vez más altas. Los consumistas de sacramentos, los que ponen por encima de todo la misa de los domingos, la comunión diaria... y después del domingo se dedican a despellejar al vecino y sin ningún escrúpulo oprimen al débil, estos no se dejan lanzar a ninguna parte; o aquellos que siendo de los oprimidos y débiles se dedican a cobrar sin dar golpe en el trabajo. En los sacramentos, como en toda vida cristiana, entra en juego la responsabilidad de dar sentido a lo que haces.
Automatismo sacramental
Del "automatismo" con que funcionan los sacramentos, en gran medida es responsable el Concilio de Trento. No voy a citar la Sección XXV del Concilio porque sería demasiado largo, que es donde Trento dice que los sacramentos actúan ''ex-opere operato". Que no se horroricen los especialistas en latín, porque el mismo Cicerón no lo entendería. Esto quiere decir que los sacramentos actúan por el mismo hecho de administrarlos, es decir, funcionan automáticamente, como máquinas tragaperras: pones el duro, aprietas un botón y sale un bautizado. ¿Sí o no?
Este tercer defecto es peor que los anteriores, y el más diabólico. Trento lo formuló muy brillantemente, teniendo en cuenta que iba con la actitud de Lutero, pero el tiempo ha devaluado sus proposiciones. En general, bautizamos a nuestros hijos porque está muy feo no bautizar. Como se exige cierto control, buscamos un cura de estraperlo para que bautice al niño y todos tan contentos. Este es el automatismo: con tal de que un cura eche agua sobre la cabeza de tu hijo y diga una fórmula el niño está bautizado. Es de locos. Eso no es verdad en modo alguno, y no crean que predicar esto es moderno, pues esto es la esencia del sacramento. Así como el materialista que se pierde en la materia nunca sabrá lo que es un símbolo, el autómata de los sacramentos también se queda fuera de lo sacaramental.
Con el sacramento del matrimonio pasa lo mismo. Los jóvenes no quieren casarse por la Iglesia, pero siempre hay un papá o una mamá que se empeña en arreglar las cosas para que se casen como Dios manda, para que no den la campanada en el pueblo y sea como sea les empujan a hacerlo así. Ese automatismo hace que no se casen por la Iglesia, a pesar del "ex-opere operato".
Trento también puso en sordina otra expresión: "ex-opere operantis". Esto quiere decir que te pueden echar encima de la cabeza todo el Mediterráneo, pero si por dentro no te bautizas tú no te bautiza nadie. Para bautizar no sólo hace falta un niño, un cura, agua y una fórmula, sino que hay otra cosa fundamental: la fe del bautizado si es mayor de edad, o la de los padrinos, si es menor de edad.
Lo mismo sucedía con el sacramento de la confesión, en el que Trento insistió tanto. Si te ibas a confesar porque te obligaba tu madre, porque era sábado, y de los tres pecados que tenías te confesabas de dos, porque el otro te avergonzaba, ¿qué pasaba?, que salías con cuatro: los tres que tenías y el sacrilegio que habías cometido. No se rían. Estoy contando cosas pasadas, pero reales. Abusar de un sacramento es profanarlo. Recibir sacramentos sin convicción interior, no sólo es inútil, sino que entra dentro de ti lo "diabólico". Estas cosas son muy duras de decir, porque no es tan fácil asumirlas, pero al menos iluminan.
En resumen, hay que hacer una rápida, profunda e implacable revisión de nuestra vida sacramental. Así como toda la materia festejada es un sacramento, todo sacramento vaciado de contenido es una materia sin celebración. Hoy no es la materia la que engendra el sacramento, es el sacramento el que mata la materia. Es preferible ser revocados a nuestra materia inicial y empezar a ser cristianos desde el principio, porque así evitaríamos el empujar a otros hacia acciones diabólicas. El sacramento sólo lo puede recibir el cristiano que es capaz de ir por la vida encendiendo lámparas de luz y de amor. Sólo cuando vivas derramando amor y paz a tu alrededor, la materia se pondrá a cantar.
Para terminar, digamos que hay que volver a la materia primordial en su pureza amorfa; acerquémonos a ella con respeto y ella nos convocará a estas realidades que la trascienden, como las danzas primitivas de las mitologías.
Gracias a Dios, todo lo que está sucediendo sucede en promesa y en profecía. Estamos caminando desde la materia a la realidad.

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