LA RELIGIÓN NO OFRECE SEGURIDAD, OFRECE INSEGURIDAD
La religión no da seguridad ninguna. Si da seguridad, es una abdicación a la Libertad. Quien se siente seguro gracias a la religión no tiene religión. Pero quien se pregunta si se está portando bien, si ve lo que debe de ver, sí la tiene. Es mejor la inseguridad sin religión que la religión con seguridad:
- ''Vendrán de Oriente y Occidente gentes de mal vivir que os precederán en el Reino de los cielos'', y la frase no es mía, es de Cristo.
Tú puedes llevar una vida desarreglada pero con inquietud, que bastante religión es la inquietud, pero si te sientes tranquilo, porque crees tener mucha religión, careces de inquietud alguna.
La religión ofrece INSEGURIDAD porque es la constante pregunta. ¿Qué es, sino, el amor?: un juego que se da y no se da, un conocimiento y, a la vez un desconocimiento, un amarse y no acabar de amarse. El amor es un rostro que se asoma y se retira, que se da y se des-da, que se muestra, pero se muestra de lado, que se entrega, pero es promesa a la vez. El amor es la sorpresa constante.
La vida humana es tener y no tener: estamos en la vida pero, a la vez, no lo estamos. Ésa es la realidad del Hombre. Poseemos, pero no poseemos del todo. Gozamos, pero no acabamos de gozar. Sufrimos, pero no todo es sufrimiento. Ésa es la condición del Hombre en la Tierra. Luego de seguridades, nada.
Una religión que ante este titubeo constante, ante este caminar de lado por la vida va diciendo que si tú haces tal y tal cosa podrás ir seguro, que la religión lo arregla todo (y eso se expende todavía y a muy buen precio), es la abdicación de la religión. Incluso hay quien promete la Vida eterna. Cristo la prometió, desde luego, pero ¿a quién? Al Hombre, que es el titubeo constante. Por tanto, los que titubean tienen la vida eterna, los demás, no la tienen. Una religión que expende seguridades no es cristiana, y el verdadero cristiano, encima, no las quiere. El verdadero cristiano no espera nada: ''No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera''.
Dios es aquello que se VIENE, pero aquello que se viene desde dentro, no desde fuera. Dios es aquello que esperamos, aquello que esperamos teniéndolo ya. En Dios esperamos, gracias a que viaja con nosotros. O al revés: Dios viaja con nosotros como una inmensa esperanza. Dios es aquello que hace de contrapeso entre lo que ya somos y lo que todavía no somos.
Todo lo humano es una inmensa INSEGURIDAD. Los tuertos ven, naturalmente, pero pueden creer que ven bien y eso es peligroso, es decir, pueden hacer del ''todavía no'' un ''ya''. Los cristianos vemos sin ver, oímos sin oír, caminamos sin caminar, ¿no será que vamos por la vida sin darnos cuenta de que lo que vemos es sólo un preludio de lo que hemos de ver? La inseguridad, el titubeo constante, el buscar, es típico de la religión. Para los cristianos todo ha de quedarse en pregunta: ¿vemos lo que debemos de ver?, ¿vamos por el camino que debemos ir? Y una vez hallado lo que buscamos, que nos nazcan más ganas de seguir indagando y buscando.
El Hombre nunca estará satisfecho, pues por mucho ''ya'' que lleve almacenado siempre será un ''todavía no''. Además, la idea de que el Hombre no sabe exactamente lo que ve y lo que oye es una de las enseñanzas de Cristo: ''Mirad, mirad...'', que posiblemente es el fundamento de la religión (para los griegos lo es, desde luego, pues la raíz de mirar y la raíz de ''Dios'' es la misma). Un hombre que sabe mirar se da cuenta de que no puede ir por la vida con las seguridades y rutinas que ofrecen ciertas religiones.
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