miércoles, 21 de noviembre de 2018

La materia es el punto ínfimo del Ser y de la Realidad. (P. Antonio Oliver Montserrat) Vin Cens



La materia es el punto ínfimo del Ser y de la Realidad. Por debajo de la materia ya no queda nada. Por tanto, el mundo de la materia es el mundo ínfimo y desde la materia, desde la Creación, el hombre es remitido, siempre, a otra realidad, con lo cual sucede que el fondo de las realidades, el fondo del Ser, es siempre simbólico. Cristo inventaba parábolas continuamente, y además parábolas que estaban cerquísima de la realidad, haciendo con ello muy fácil el paso de la realidad vista a la realidad interpretada. La del Hijo Pródigo la presenta de una forma tan viva que lleva a pensar: ¿esto es parábola o es realidad?. Para decir que Dios perdona, Cristo empieza así: "un padre tenía dos hijos...". No es verdad nada, sólo es una parábola. ¿Y qué quiere decir Cristo con ella?. Nada directamente, está contando (toda religión son relatos), el que no tiene cuentos que contar, no puede hablar de religión. El que no tiene imaginación, el que no ve más allá de las cosas que ve, no puede hablar de religión. iMejor se calla!. Estos predicadores y obispos que hablan siempre de cosas tremendamente concretas (aunque a veces hay que hablar de ellas), que no salen de lo concreto, no pueden enseñar en la Iglesia. La enseñanza de Cristo es parabólica siempre.
Recuerden a San Marcos: "Y nunca les hablaba sino en parábolas", ¿por qué?, pues porque la parábola es el método para que un buen guía nos lleve de lo que vemos a lo que no vemos, para atraernos desde una realidad en la cual estamos establecidos a una Realidad que no podemos captar sino conducidos a través de la realidad que vivimos. Cristo dice: "Mirad los pájaros del cielo"... ¿No es un principio de parábola?. Si le dices. "no, si ya los veo... Jesús contestaría: No, no los ves, vuelve a mirarlos. Cuando no los veas, cuando pases, iverás bien! Tú, míralos... "Mirad las amapolas del campo"... No te quedes, pasa, míralas, míralas...
Los judíos tienen una fantasía tan desbocada que, sin esfuerzo, taladran la realidad, y salen a la otra parte. Así era Cristo; veía un pajarillo, lo "taladraba" y llegaba a la providencia de Dios. Cogía un segundón malgastador y mujeriego, lo "taladraba" y llegaba al perdón de Dios; así hemos de hacer los cristianos y es lo que ha de hacer cualquier enseñante de religión cristiana. Cualquier realidad es una buena pista para despegar hacia la verdadera Realidad. No nos quedemos nunca en las palabras que decimos. Las palabras se dicen para que el otro, montado en ellas, vaya a otros cielos más altos que los del que está hablando.
El Cristianismo se nos ha quedado mustio entre las manos porque hemos hecho de él un concepto filosófico, y por eso está tan descarnada nuestra Religión. No interesamos a nadie cuando hablamos del Cristianismo porque hemos matado el relato parabólico. Insisto en que deberemos recuperarlo como sistema más apropiado para explicar nuestras realidades.
El Cristianismo -cuya esencia es el Amor- no se puede transmitir de cualquier manera, se transmite con parábolas: "No les hablaba sino en parábolas". Son fáciles de inventar, sobre la marcha, en el lenguaje simbólico que comienza a usarse de nuevo, y no hay que quedarse en ellas sino "taladrar" hacia su significado.

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