miércoles, 7 de noviembre de 2018

SOMOS HEREDEROS DE TODA LA HUMANIDAD (P. Antonio Oliver Montserrat) Vin Cens

SOMOS HEREDEROS DE TODA LA HUMANIDAD
Las Mitologías de la humanidad han sido formuladas a lo largo de dos millones de años y empezaron gracias a un hombre que vivía la naturaleza en su totalidad, que sabía cómo vivían los pájaros, cómo transmigraban los bueyes o cómo llegaba la tempestad. Y en contacto con la naturaleza iba acumulando experiencia en su ser, en su cogollo. Estas experiencias están almacenadas y se transmiten. Es decir, que dentro de mí están vivas todas las experiencias de todos los humanos de todos los tiempos, de los cuales yo soy heredero. Si alguien dice: ''yo soy heredero de todos los humanos'', se equivoca. Hay que retrotraerse a los primeros núcleos humanos -Adán y Eva, para entendernos-. Toda la humanidad llega hasta allí, tú no has caído del cielo, tú eres hijo de la primera experiencia humana o del primer grupo humano. Ésto es importante, porque como dice Jüng, no solamente la experiencia vital de cada uno se almacena dentro a través de los años, sino que todos heredamos, a través de los genes y de la educación familiar o cultural, las riquezas del hombre. El patrimonio humano de todos los tiempos se almacena en los hombres de todas las épocas. Nosotros somos hoy los herederos de toda la Historia humana; es decir, que todos mis abuelos, son los tuyos. Los humanos no podemos venir jamás de una sola estirpe, porque si hacemos el árbol genealógico venimos de una muchedumbre. El árbol se abre, es un espejismo, no hay que dejarse engañar. Si somos hoy siete millones, llegaremos a los ochenta mil billones. Haz el árbol y verás que si llegas hasta el siglo XIII, tu árbol tiene mil personajes y el mío otros mil, y si seguimos con el padre y la madre desde el tatarabuelo se llega hasta el infinito, hasta que en un momento dado vuelven a juntarse ambos en unos grupos iniciales muy reducidos. Es decir, de muy pocos padres, descienden muchos hijos. Todos nuestros abuelos viven dentro de nosotros; el hombre no ha llorado una lágrima ni ha sentido el estremecimiento de una alegría o de una ilusión que no haya quedado perdida en el aire; todo está recogido en mí. Si yo pudiera bajar por una cuerda a la bodega íntima de mi ser, encontraría ahí quejidos, lágrimas, alegrías y fiestas que desconozco, pero que son tan mías que sin ellas yo no sería el que soy. Sin una lágrima de mi madre o de mi tatarabuelo, y sin un estertor de mi abuelo o de mi padre no estaría aquí. Eso está almacenado dentro de mí y ha formado y configurado para siempre las células íntimas de mi ser.
Luego, toda la humanidad está acumulada dentro de mí. Todo lo que ha pesado en la Historia a mis antepasados me empuja hacia adelante. Según Jüng, ''la experiencia humana se ha trastocado, se ha transformado dentro de mí en arquetipos''. Estos arquetipos no son palabras, ni son siquiera visiones del mundo: cosmogonías por un lado y cosmologías por otro. ''No son una forma de entender las cosas, son unos troqueles dinámicos'', continúa Jüng. Al decir que la humanidad está presente dentro de mí y empuja: ¿qué quieren decir ambas cosas?, ¿qué es empujar?. Significa que todo está vivo dentro de mí, pero no como una fuerza que yo no pueda manipular, sino como una gran energía, una energía innominada e informe, pero potentísima, y a la cual yo doy forma con mis palabras, mis pensamientos, mis empresas... Por tanto, no está en mí de una forma determinada, pero sí como un ''yacimiento''. Según Jüng, estos yacimiento humanos interiores son ''unos patrones, unos moldes, unas formas de ser que no alteran nada, pero que son potencias, capacidades, y que cada uno utiliza según desea y según la formación que tiene''. Son los paradigmas del ser humano que configuran y contienen toda la Historia del hombre, pero la contienen como energía para que el hombre, sabiendo todo lo que lleva dentro y con acceso a ello a través de los símbolos, no se la guarde egoístamente como patrimonio personal, sino para fraguar con ella un nuevo futuro.
Volviendo al tema inicial, y como resumen del binomio mitología-simbología, puede concluirse que la palabra informa, pero el símbolo sacude lo más profundo de nuestro ser. Es ahí donde tú y yo tenemos abuelos comunes, ideas comunes, aficiones comunes..., donde nos queremos sin saberlo; por eso el símbolo tiene acceso a las partes más sensibles del hombre. Quien no sabe manejar el símbolo ni sabe que él es simbólico, con paradigmas interiores, ignora lo mejor de sí. Es capaz de ir por la vida, dedicándose a la economía, la política o la religón sin profundizar. Dado que la religión puede tomarse de modo superficial -característica de las religiones de la tierra- no se puede hablar de religión sin llegar al cogollo del hombre, cuando justamente la religión -por lo menos la cristiana- es la que llega al núcleo que es el amor; y el amor es siempre un símbolo, una realidad simbólica, capaz de sacudir los cimientos mismos del ser humano. Todo lo que el hombre sabe, puede no conmoverle, pero lo que el hombre siente y ama le conmueve siempre profundamente. Amar o sentir es una fuerza increíble. En síntesis: símbolo es interiorizar lo que vemos, lo que sentimos y lo que nos interpela, porque, en definitiva, el hombre es pregunta, no respuesta.
Antonio Oliver Montserrat
- Enseñanzas de Antonio Oliver Montserrat:https://www.facebook.com/Ense%C3%B1anzas-de-Antonio-Olive…/…

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