Enseñanzas de Antonio Oliver Montserrat
EL DIOS PROVIDENTE Y EL ''DEUS EX MACHINA''
Dios no es, como piensan algunos cristianos, un retén de bomberos con los tanques llenos y la sirena a punto por lo que pueda pasar. El mundo rueda, y como lo manejamos mal, surgen las fricciones, guerras, que cuando nos salpican de cerca nos hace exclamar: -Por favor, Señor, ¿por qué no intervienes? Según nuestros criterios, Dios debería coger el camión de los bomberos para extinguir el incendio. Esto no es Dios. A esto se le llama "Deus est machina" y eso sólo funciona en el teatro.
Bien sabemos que Dios no está al margen del incendio, ni al margen de la paz, cuando la conseguimos; Dios está embarcado en su aventura, y hay que recordarlo porque es fundamental. Si Dios se retirara de ese río de la historia, no quedaría ni río, ni cauce, ni peces, ni nada. Si Dios se retirara del hombre, como ser de la creación, éste no se quedaría como la arena cuando baja la marea y descubre sus interioridades desnudas, iqué va!, no se quedaría desnudo, simplemente no quedaría nada de él. Hay que concluir que el hombre está en Dios, es Dios, y todo cuanto tiene es el ser de Dios. A nadie más le debe el hombre cuanto tiene y es.
Hay que retener bien esta realidad, el Dios creador es el Dios que se da cuando crea, y por tanto, la creación no es algo alejado de un Dios que permanece sentado en un sillón, esperando que ocurra una desgracia para acudir a socorrerla. La oración que hacemos, cuando pedimos a Dios que acuda en nuestro auxilio refleja esta concepción. No, no es que Dios esté aquí para acudir cuando te destripas, es que Él se destripa en ti. "Lo que hacéis a cada uno de mis pequeños a mí me lo hacéis". Así podemos entender que Dios trabaja, sufre y goza, y que su dolor y su gozo es el nuestro. Este es el Dios "providente", el que tiene previsto, pero desde dentro, todo lo necesario en cada momento. Él es la provisión y el camino. Cuando el hombre, en esta etapa de la redención, se da cuenta de su dignidad, Dios va con él y al final es Dios lo que salva. Por eso decía San Pablo que a Dios le duele -por decirlo humanamente- cualquiera de los datos de la perdición. Dicho esto, hay que poner aquí la palabra que nos interesa introducir en el hombre: libertad.
Cuando la creación, en su camino hacia la plenitud, evoluciona y da de sí, aparece el hombre y la creación adquiere una dignidad muy especial. Por encima de las otras criaturas lo racional aparece por primera vez en la creación. Las ovejas y los camellos no son racionales, incluso las estrellas se dejan llevar sin oponerse. Según el Génesis, Dios le dice al mar: Llegarás hasta aquí y de allí no pasarás, y el mar obedece; y le dice a las montañas: -Os levantaréis hasta 8.000 metros de altura, y las montañas obedecen... Pero al llegar el hombre Dios le propone caminar con Él, pero el hombre puede responder a Dios: -Un momento, déjame pensarlo. Este es el hombre. Dios le ha dotado de libertad para que coopere o no en el plan de la creación hacia la salvación.
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