LA MATERIA EN SU VIAJE HACIA LO INMATERIAL
Todo lo que vemos, somos o tenemos, incluso el pensamiento mismo o una poesía y hasta el amor... todo es segregación de la materia. El alma misma, que no existe para los materialistas, es una dinámica de la materia. Para estos, lo real es material, y ya está, y lo que no es material no es real. Pero hemos de preguntarnos, ¿entonces cómo es que un montón de arena puede ordenarse de tal manera -es el caso de nuestro cuerpo- que sea capaz de producir ideas? "El pensamiento es una segregación de la materia". Esto sí; este es el honor que le corresponde a la materia, tener la posibilidad de generar inteligencia, incluso actos de amor.
Bien, pues veamos a qué se debe tanto honor en algo que aparentemente es inerte e inoperante como la materia. He dicho que el que topa con la materia y se queda en ella ve poca cosa, casi nada, pero a quien está dispuesto a viajar con ella, se va a encontrar con una ventana que le lleva hacia la realidad, y lo visible puede convertirse en la visión de lo invisible. Cuanto más real sea una cosa menos material es, y cuanto más real es una cosa, menos accesible es a nuestros sentidos. Nuestros sentidos perciben solamente estímulos sensitivos que provienen de lo material, y esto quiere decir que lo que de verdad es real nadie lo ha visto, ni tocado, ni olido, porque no cae bajo los sentidos. ¿Entonces no podemos acceder a lo real? Sí, porque lo real se nos manifiesta en el grado en que puede ser captado por nosotros, en los aspectos sensibles de lo material, para después seguir hacia arriba.
Vamos a plantearlo en términos de voluntad, puesto que lo real total -el ser, que en griego se dice "To ov''- es Dios en persona. Cuando lo real se pregunta: -¿cómo haré yo para hacerme asequible al hombre?, la respuesta será siempre la materia, y ella será el punto a través del cual el hombre, si Io perfora, llega al infinito, que es invisible. Lo visible es la manifestación de lo invisible. Aquel lugar donde lo invisible se hace visible se llama materia, y ahí es donde lo material adquiere su verdadera grandeza, en ese agujero que se abre hacia lo real infinito. Diríamos que, justamente esa deficiencia de ser, esa falta de ser de la materia, es la que hace de trampolín hacia el ser. Ese es el valor y el gran espectáculo de la materia que, cuando la miras bien te dice: -No es aquí donde quieres llegar, yo te abriré una ventana para que llegues a donde quieres ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario