martes, 19 de marzo de 2019

EL HOMBRE ALIENADO DESINTEGRA EL PROGRAMA DE DIOS (P. Antonio Oliver Montserrat) Vin Cens

EL HOMBRE ALIENADO DESINTEGRA EL PROGRAMA DE DIOS
Alienación viene de alienar y "alienus", en latín significa "ajeno", de ahí '"enajenar". Enajenar quiere decir que cuando tú vendes una finca la enajenas, haces propietario a otro. Si hoy te aqueja un problema, que es una pieza del rompecabezas, y lo rechazas, lo enajenas, creas un agujero que permanece para siempre. Cuando falta una pieza se nota, ¿verdad?; y si el rompecabezas es multimillonario y necesita mil piezas, también se ve la que falta. Lo que enajenes de tu vida no entrará a formar parte del programa total, que es el rompecabezas compuesto. Y así, quienes viven del pasado, y se refugian en los logros de sus abuelos, son gente vacía, alienada, porque reniegan de la integración a la que estamos llamados. Pero lo peor y más serio de esa actitud alienante es que nos afecte a los cristianos, encargados de esta interpretación teológica del hombre.
Dos formas de alineación religiosa
Dos ejemplos. Una forma de alineación es la del que minusvalora esta vida, porque lo que interesa es la vida eterna. Este no se puede salvar, si no es por la misericordia de Dios, claro está; pero por su parte es un condenado, al renunciar al compromiso con realidades de la vida que le toca vivir. Uno no puede ir por la vida vaciando el programa de Dios, que busca la integración de todo. Uno que piensa sólo en la salvación en la otra vida se está jugando esa misma salvación. ¿Quién ha dicho jamás que como esta vida es un asco hay que huir de ella? Para San Pablo la salvación comienza en esta vida. Ya he repetido muchas veces que cuando llegues al cielo y le digas a San Pedro: -Mira, San Pedro, vengo a ganarme la vida eterna, él te responderá que te has equivocado, porque los que vienen aquí, llegan con la vida eterna ya ganada.
No hay vida eterna para quien no ha dado golpe en esta vida. Salvarse es ir por esta vida integrando las cosas, dejando que todo entre dentro de ti y siendo tú la traducción de las cosas. Esta es la integración: cuando el Hijo del hombre te diga: "Entra en el gozo de tu Señor, porque tuve hambre y me diste de comer ¿Se acuerdan? Entonces, ¿qué es lo que nos salva? Lo que hayamos hecho en esta vida. Parece que los únicos que no hemos entendido esto hemos sido los cristianos, y seguimos creyendo que lo que nos salva son las diez mil misas oídas. Lo que salva es el trozo de pan entregado a un hambriento, o la lágrima enjugada. Esto es integrar la creación y así es como la creación empuja hacia la eternidad.
Cuando todos los ríos circulan por tu corazón como toca, y los pinos cantan como toca, y los aires son puros como toca, ahí está Dios. "A Dios no se le adora en el templo, sino en el corazón del hombre", decía Jesucristo. Sin embargo, cuando vas al templo y por tu sangre corren ríos negros de venganza o de resentimiento con tu hermano o de desinterés por el mundo, en ese templo no está Dios. ¿Lo entenderemos alguna vez los cristianos? El mundo va mal por nuestra culpa, sencillamente, porque si fuéramos buenos, el mundo iría bien, ya que el mundo y nosotros somos la misma cosa.
Este es el segundo ejemplo de alienación. El cristiano es el que, integrándose en el mundo, salva las cosas. Si leen la Carta de Santiago, no el de Compostela, sino el que se quedó en Jerusalén como obispo, verán cosas terribles. Santiago se atrevió, ya en el siglo primero, apenas muerto y resucitado Jesús, a hacer una definición de la religión que hoy no aceptaría nadie en la Iglesia de Dios. Con el atrevimiento de todos los apóstoles, dice así: "Religio munda et inmaculata...''. La religión limpia e inmaculada... ¿en qué consistirá? Podía haber dicho que la religión es pasar siete horas en el templo orando. Los que ya conocen la definición sabrán que Io que va a excluir en esta definición será todo lo que suene a religioso. La religión limpia e inmaculada consiste en atender a los más pequeños de este mundo, a las viudas y a los huérfanos, esto es lo que dice Santiago. Es decir, que cuando llamamos religioso a lo que no es del mundo, no hay religión; y que la religión existe cuando llamamos religioso a lo que pertenece al mundo. ¿Se ha entendido? ¿Ven la integración otra vez? Si yo digo que puesto que el mundo es un asco, lo más religioso es irse del mundo, me alieno; pero si me integro en el mundo y, mientras digo que es un asco, pongo en él la presencia de Dios, estoy haciendo que nazca la religión.

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