UN NIÑO ENVUELTO EN PAÑALES
* NADIE SABE CÓMO LLEGA DIOS
Los pastores creían saberlo y se pusieron de pie ante el anuncio del ángel. Pero el ángel comprendió que podían perderse, porque los dioses vienen en forma de hombres acabados y por eso los israelitas -incluso los de Qumrán- esperaban al Mesías de Israel en forma de sacerdote y algunos en forma de rey y otros hasta de las dos formas: rey y sacerdote. Por tanto, si el Mesías de Israel ha de venir en forma de rey y de sacerdote, pensó el ángel, los pastores emprenderán el camino en busca de un cura y de un rey creyendo que es el Mesías... Cuál, pues, sería la sorpresa de los pastores cuando el ángel les dijo: "Encontraréis un niño envuelto en pañales". ¡Es una ducha de agua fría en plena noche! ¡Mesías, Rey y Sacerdote y dice el ángel que es un niño casi desnudo!
Esa es la aventura de la fe que celebramos. Pero parece que el mundo de hoy está lleno de gentes que saben quién es Dios y cómo llega. Pues bien, no se les puede escuchar, pues Io que digan es mentira, todos ellos son sectarios. Nadie sabe cómo llega Dios. Hay una forma de saberlo, una sola que nos enseñaron de niños. Lo que pasa es que nos la enseñaron un poco tarde, el 6 de enero: duerme bien, pero dejando la puerta de la ventana o la persiana abierta. Eso es todo. No hace falta saber cómo vendrá Dios, solamente basta abrir de par en par la puerta de modo que quepa. Porque si crees que vendrá por la ventana número tres cerrarás la primera y la segunda y seguro que Dios se empeñará en entrar por la primera y no te enterarás de que ha llegado. Nadie sabe por dónde viene Dios. Por eso Isaías, que es un profeta/poeta y el mayor evangelista del Antiguo Testamento, dijo seiscientos años antes de Cristo: "En la montaña allanad los caminos del Señor y preparadle veredas o senderos en el desierto". Por todo el desierto y por toda la montaña viene el Señor y suenan sus pasos.
Los pastores encontraron a un niño. Este Dios-niño es la Palabra de Dios, es decir, lo que Dios tiene que decirnos es un niño. Dios habla en la infancia y por la infancia y, por tanto, un Dios grande, estructurado, un Dios teológico, que ha de existir, no es el Dios terminal. La teología es un camino gigantesco para llegar a Dios, pero cuando uno ha remontado la cumbre de la teología y baja hacia el valle, encuentra a un niño. El producto de cuarenta años de larga, estructurada y divina teología es un niño que aparece desnudo en Navidad. Si uno, sin embargo, se queda en el Dios del Sinaí se quedará a mitad de camino, suponiendo que haya llegado a la mitad.
¿Qué es un niño? Ante todo esperanza: acaba de nacer y todo es futuro para él. El niño de Belén es la Palabra de Dios y como este niño es lo que Dios me dice a mí, Dios me está diciendo que todo es esperanza, ¿Incluso antes de que se hunda Europa, que ya Io está haciendo? Sí, también, todo es esperanza. ¿Antes de que venga el caos definitivo, si es que viene? Sí, también es una esperanza, porque al final nacerá un mundo nuevo y otro y otro hasta la eternidad. Todo es esperanza. Y hoy nos falta, aunque deberíamos celebrarla en la Navidad: el Niño, que es todo futuro. ¿Sabemos los cristianos que cuando uno cree todo futuro es posible?
Se puede esperar todo de un niño, mucho más si trae la savia o el humus de todas las generaciones anteriores porque es el Hijo de todo lo humano. ¿Qué sucede, pues, cuando todo lo humano se sintetiza, se comprime y cabe en una cuna? Pues sucede Navidad. Jesús vino desprendiéndose por el árbol genealógico de la estirpe humana. Jesús es hermano nuestro o hijo nuestro. La humanidad debería ponerse de pie gritando: "¡AI fin nos ha nacido un hijo!" Isaías Io dijo: "Filius natus est nobis" Es decir, fruto del parto de la humanidad durante dos millones de años no apareció ni un general, ni un rey, sino un niño. Navidad es la cuna común. Ahí estamos todos. Por eso en Navidad Dios habla a través de este Niño y le dice al hombre quién es el hombre.
Todo es esperanza, todo es aventura y alegría en un niño. Cuando nace un niño llena de alegría la casa. Pues bien, cuando llegó este Niño llenó de alegría la casa de la humanidad, la casa del tiempo, la casa del lugar. Por eso Lucas insiste en que cuando José y María iban hacia Belén para empadronarse y a María le llegó el tiempo de parir, fueron llamando a las posadas y, una tras otra, las posadas se cerraron. Y como llegó el momento, dice Lucas, se guarecieron en un mal establo donde se cobijaban las ovejas en tiempo de lluvia y allí el Niño. El Señor iba viniendo..., había pisadas y llamadas del Señor junto a la puerta, pero ésta se cierra, porque el Dios que viene no es reconocido. Y nace, precisamente donde no hay puertas. En el establo.
* ALLÍ DONDE HAY PUERTAS NO LLEGA DIOS
Dios se siente mejor en un establo sin puertas. Esta es la dimensión de las cosas. No hay caminos ni puertas. No hay que cerrar una ventana ni la otra. Mejor quitar las persianas. No ya abrirlas, quitarlas, no sea que el viento las cierre. Porque Dios prefiere nacer en un establo sin puertas que en un palacio con puertas.
¿Vemos cómo Dios no tiene cabañas? ¿Vemos cómo Dios tiene por techo la curva estrellada del cielo y nos llena de alegría la curva azul del cielo y la curva azul del tiempo que se llena de su presencia? El niño, es esperanza y alegría.
Cada año que pasa las estructuras se fosilizan más, el mundo, la religión, y el cristianismo están más estratificados con bien prensados peldaños unos sobre otros, de forma que la expansión del espíritu, como no sea a través de un pequeño agujero, no es posible.
Ya no es posible respirar en las estructuras políticas, ni en las estructuras eclesiásticas, ni en las estructuras humanas. Ya no cabe el aliento. Todo está perfectamente claveteado y sabemos lo que son los dogmas, lo que es moral, Io que es la Palabra de Dios y lo que es un comportamiento cristiano... Y entonces viene Dios y, como Él no respeta todo esto, nos rompe un trozo de estructura. Y suena alguna voz: "No es Él, porque Dios no rompe estructuras". ¿Cómo que no rompe estructuras? Lucas dice que no soportó ni una puerta. ¿Cómo que no rompe estructuras? ¡Si no soportó ni una puerta, mucho menos soportará jaulas! ¿Entonces qué pasa con Dios? Que como no soporta estructuras nace en un agujero del cual puede salir o entrar cuando quiera. En un establo sin puertas, ahí nació el Señor.
Así, que si en tu corazón de este siglo ves algunas telarañas y ratas, o sea, si tienes sensación de establo sin puertas, ofréceseIo a Dios, pues Él te nacerá. Si le dices: "Señor, yo no tengo casa, no tengo ninguna seguridad a mi alrededor... Señor, ¡ayúdame, que me hundo!'', Dios acude siempre. Ahora bien, si tienes la casa bien amueblada, bien brillante y bien hermosa y bien segura, primero, desmóntala, porque de no ser así, no vendrá. Y la casa bien segura es, por ejemplo, la de la religiosidad. Si tú sabes perfectamente quién es Dios y por qué camino viene y cómo suenan sus pasos y qué exigencias tiene, es decir, si Io tienes todo sabido y programado, ¿para qué lo quieres? Por lo tanto, más vale hundirse, ya que así Dios viene, que quedarse muy seguro en un banco, pues de este modo no viene. Ésta es la aventura humana.
No hay seguridades, pues Dios, que está en mí, siempre tira de mí hacia delante. Y hacia delante es lo desconocido. Eso es lo que celebramos en forma de niño, que es todo esperanza y todo alegría. Gracias a Dios que es así. Pero, ciertamente, cuando la cobardía cristiana (y todos somos cobardes) siente que Dios no está, edifica seguridades y en vez de venir Dios viene la seguridad y nos instalamos. Y claro, como estamos cobijados y calentitos en la noche de invierno, lodo Io soportamos perfectamente y nos quedamos. Pero Dios nos quiere muy fríos y esperando a la intemperie, así acude. Él nació en plena noche, que es la intemperie, y nació sin puertas, que es la intemperie, y nació totalmente devalido, que es la infancia. ¿Nos hemos dado cuenta de lo que significa Navidad?
* DIOS LLEGA EN EL HOMBRE NUEVO
La Navidad es justamente la solución de los males que nos aquejan. Digámoslo de otra manera: la Navidad es el Hombre Nuevo. Desde el principio el hombre iba envejeciendo, que es una forma de ser hombres pero no acabada, iba caminando, pero "ancianamente" caminando. Y la humanidad se preguntaba: "¿Pero no habrá solución, no habrá un mundo mejor, no habrá modo de no envejecer así?" Y a fuerza de suspirar y de edificar, Dios le responde: "Sí, el Niño de Belén, el Hombre Nuevo", Éste es el remedio que vieron los padres capadocios.
Pero los niños que conocemos no son siempre nuevos, envejecen. En cambio el niño que llevamos todos en el portal de Belén interior de cada uno, que será habitado la noche de Navidad y siempre, supongo, es un niño que no envejece. Porque la vida que se nos da es para aumentar la vida de ese niño que llevamos dentro, de forma que al llegar al final entremos niños en la eternidad. Uno de los padres capadocios dice que, además, Dios se hace Hombre y nace en el portal de nuestra historia para que el hombre se haga Dios y nazca en el portal de la eternidad. Qué bien dicho está. Hay que ser griego para decir las cosas así. Cuando Dios se hace Hombre, vive con nosotros el tiempo y la vocación humana a fin de que el hombre haga de su vida una infancia aumentada, para que después de noventa años nazca niño, como niño nació Jesús. Pero eso sucede al final del círculo. Jesús es Dios que se hace Hombre y viene a la Historia, y yo soy un niño que se hace Dios y nace en la eternidad. Eso es todo. Con lo cual, digo que la esperanza y la alegría es la dimensión de la Navidad.
Uno se pregunta entonces: ¿Hay motivos para llorar? No, no hay motivos para ello aunque me peguen un tiro, pues si Io hacen, seré totalmente niño y naceré. Así como Jesús vino a llenarnos de Navidad el día de Navidad, cualquier día yo naceré en la eternidad y les llenaré de Navidad la eternidad. Esto es posible y es Io que hay que hacer.
Luego no tenemos motivos más que para la alegría, la celebración. Por eso el ángel les dio una señal a los pastores: ¡No os despistéis!, ¡no le busquéis mayor!: "Encontraréis un niño en pañales". Esto es Io que sucede cuando Dios habla al hombre.
¿A qué vienen, pues, tantas seguridades, tantas seriedades, tantas estructuras y tantas normas? ¿Por qué la Iglesia tiene tantas normas? Sí, hay una explicación para ello, desgraciadamente. Porque ya que no hay un niño en ella y se simula, se hace al niño de trapo, que son las normas. Es tremendo. En Teología, sin embargo, hay una ley muy clara: Cuanta más autoridad se usa, señal de que menos Espíritu hay. Cuando hay Espíritu, las estructuras caen solas.
Hoy tenemos mucha estructura, señal de que hay poco niño. Por eso hablamos hoy de la Navidad de modo que la aventura de la fe nos instale un niño en el portal de Belén de cada uno de nosotros donde Dios nos diga una vez más: "Mira, guapo, tú eres muy listo, muy grande..., pero realmente eres un niño y como no Io seas, todo Io que simules será estructura vacía". Y al Cristianismo de hoy también le diría Dios: ¿Eres niño o no? Si Io eres, canta la Navidad que los ángeles están en la Tierra. Pero si no Io eres, ya puedes esperar que sigan creciendo las estructuras, porque todos tienen interés en disimular el vacío e irán añadiéndote más estructuras cada día.
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